Dando coces contra el aguijón

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26 de junio de 2022
Dando coces contra el aguijón

Los agricultores utilizan bueyes y un arado para preparar la tierra para la siembra. En muchas ocasiones el animal se resistía a la guía. En caso de que el animal no quisiera continuar o se desviara de su curso, el agricultor utilizaba un ‘aguijón’ que comúnmente era una vara larga que solía tener una punta de metal en un extremo. Se usaba con el fin de dar un ‘toque’ al animal para que continuara su camino o corrigiera su rumbo.

En ocasiones el animal en vez de corregir su rumbo, ‘daba coces contra el aguijón’, es decir, golpeaba con la pata trasera el aguijón para quitárselo. ¿Qué sucedía si el animal resistía tercamente y golpeaba el aguijón? Mientras más insistía, más daño se hacía.
Saulo de Tarso, estaba voluntariamente “dando coces contra el aguijón”. Si bien podía verse externamente como un celoso cumplidor de la ley, todo era apariencia (Fil 3:6). Bajo su propia confesión reconoce que fue blasfemo, perseguidor y agresor. Con su violento actuar (Hech.22:4), maltratar y perseguía a los discípulos de Jesús lo que equivalía, en realidad, a pelear contra Dios, un proceder que solo perjudicaría a él mismo (Hechos 26:14).

Así también nosotros voluntariamente podemos estar “dando coces contra el aguijón” cuando escuchamos el evangelio, quizás más de una vez, y aun así continuamos en nuestra obstinación, haciendo caso omiso a las llamadas amorosas de Dios, guiándonos al arrepentimiento y reconciliación